sábado, 3 de marzo de 2018

Por todo esto y mucho más.

—Ñññññhhhh
—Ya voy nena, estoy poniendo la alarma.
—Ñhhhhhhhñññññññññhhh
—¡Tendrás morro!
—Que me abracesssss.

Y así acaba cada día. Da igual lo apretujada que haya ido en el metro, el atasco que tú te hayas comido, la gente que nos haya decepcionado hoy, los problemas, así acaba nuestro día.

Esto fue el premio al valor. El valor que nos dimos a nosotros mismos y al otro.
El valor que hoy por hoy hay que tener para amar de corazón y ser amado.

Suena repipi para quien no ama.

El que ame sonreirá.

Lo sé porque a mi antes me sonaba repipi.

Cuando alguna vez te has pensado que te iba a besar y acabo agarrándote la carita para rascarme con tu barba.

Tu te ries y me miras. Y me vuelves a decir lo del morro.

Cuando yo creo que tu me vas a abrazar y vas a coger algo cerca de mi. Me rio.

Todos los días el que sale antes da el beso al que se queda más en la cama.

Cuando uno hace un ruido y la risa de uno contagia al otro en una retroalimentación de carcajadas que acaban por hacer que nos duela la tripa.

Cuando te veo con mi familia.
Con mis padres, mis hermanos, mi abuela o mis sobrinas.

Cuando nos pedimos consejo.

Hasta cuando nos hemos enfadado.

¿Por qué tu?
Porque cuando pasan todas estas cosas y muchas otras nuestras me doy cuenta de que quiero estar contigo siempre.

Podrá o no podrá ser.
Pero desde ese día aunque no estemos físicamente juntos te siento a mi lado en todo momento.

Y seguiré cuidándote. Y siendo pesada para que te abrigues o no te comas cualquier cosa de la nevera. (Ya sabes que no te puedes morir, que te tengo dicho que sin ti no quiero estar) Pero por mucho que tu digas que no me preocupe, que eres inmortal, buena gana de ponerte malo.
Que un poco patógeno has demostrado ser ya...

Seguiremos cantando a Queen en el coche, y te seguiré poniendo jaluta en el spotify...

Te quiero con todo lo vivido y lo que nos queda por vivir.

Por todo eso y mucho más te elegí y te elijo a ti.

viernes, 29 de septiembre de 2017

BIENVENIDO AL MUNDO INMUNDO

No sé si dar las gracias a mis padres, familia en general y profesores o echárselo en cara.
Tantas regañinas castigos, y correcciones para inculcar unos valores.

Bienvenido a este mundo inmundo donde pocas veces las cosas son lo que parecen o parecen lo que son.

Dice mi padre que para saber si alguien es gilipollas sólo le tienes que dar poder, o un cargo con personas a su mando.

Supongo que para tener valores hay que valer y ser valiente.
No todo el mundo vale ni es valiente e igual de culpable es el que firma una sentencia injusta, que quién la imparte o quien mira para otro lado.

Es tendecia inclinarse al cinismo, a la hipocresía al rencor o al oportunismo.

El secreto para "conectar" es ponerse en el lugar del otro.
Entender que las personas sienten, ven, escuchan desde su punto de vista.

Ser justo y tener criterio propio no es tan dulce como comerse un bollo.

A veces ser justo implica tragos amargos que no todos los paladares soportan o plantean tener.

Vivimos en un mundo donde uno renuncia a una bandera y luego la viste por dinero.
En un mundo de triquiñuelas con fines egoístas, donde la envidia y la falta de identidad o creatividad nos lleva a tumbar a otros para subir a sus espaldas e intentar ganar altura.
Pero esos cimientos nunca serán estables.

A veces con las piedras que se lanzan se puede hacer una gran pared.
Y no jode quien quiere si no quien puede.

Cada uno que opte por ser "gente con clase" o "clase de gente"

Gracias por los valores.

Me convierten día a día en una persona valiente.

Porque no es más fuerte o valiente quien no teme o no sufre, si no quien siempre continúa y hace lo que es correcto.

Nunca desearé mal a nadie que me lo intente hacer a mí.
Sólo lo que se merezca cada persona.

domingo, 20 de agosto de 2017

Sigue nadando aunque vengan gentes corrientes.

Has sido eres y serás como has sentido y elegido a cada momento.

Por diferentes situaciones. En distintas circunstancias.
Agradécete a ti mismo haber sido tú.

Te lo he dicho mil veces, porque en su día lo aprendí de un titán.
"El clavo que sobresale es el que recibe martillazos".
He aprendido de ti en este tiempo mil cosas, he crecido como persona, y lo seguiré haciendo porque ya formas parte de mi vida y como de la mía de la de otras muchas personas.
A veces no eres consciente o puede que te subestimes o no lo recuerdes, pero para eso estamos.
Tu gente es la que tu eliges día a día estando cerca o en la distancia. Es la que te demuestra, la que te dice lo bueno y lo malo por tu bien.

Sólo la resistencia implica presión. Lo que no ofrece resistencia está muerto de mil maneras.

Los diamantes se vuelven fuertes y brillantes después de soportar una presión increíble.
Poco a poco nos hacemos diamantes.

Tu me dijiste que brillaba, y que hay gente que prefiere intentar apagar que brillar o ver brillar alguien.
Y así es.
Hay quien cuando aparece en un lugar destella, no sabes cómo pero de alguna manera su presencia se nota.
Ése eres tú.
Eres una persona justa. Sería injusto que subrayes a quien solo merece un punto y final.
Si alguien quiere estancarse es su decisión, y es la tuya y la acertada seguir fluyendo.

Espero que de todo aprendas y seas capaz de valorar la calidad de tu equipaje.

Me da lástima la gente rencorosa, se castiga día a día con su rencor.
Si piensas objetivamente eres afortunado y la sonrisa es un arma de destrucción masiva.

Sigue nadando, sigue nadando, aunque vengan  "gentes corrientes".

domingo, 7 de mayo de 2017

Siempre va a morir al surco de mi sonrisa

—Toma! Para que vayas a la corredera y te compres algo en Carlitos...
Mi abuelo Valentín.

—Vamos a por moras, y en lo que te saco el bocadillo me cantas esa canción tan bonita...
Mi abuelo Patricio.

—¿A la brisca o al dominó?
Mi abuela Esperanza.

— Tienes aquí otra manta, dame un beso. Buenas noches.
Mi abuela Concha, ahora mismo.

Todos sabemos lo que realmente son. La Wikipedia se queda corta en definición. No lo he buscado, pero seguro. Además, yo ya tengo la mía.

Huelen u olían a Varón dandy o a Heno de pravia.

"Los traficantes de propinas" los que te cantaban canciones serranas, los que se han callado las veces que la has liado con tu hermano, los que te dejaban dormirte en "su pescuezo", los que te daban las guindas que sobraban de adornar pastas, los que se reían de tus ocurrencias y se preocupaban si enfermabas.

Hoy estoy escuchando lo que siempre me dice mi abuela Concha, me lo se de pé a pá. Con su entonación y coletillas.

Y vuelvo a este pisito humilde y me invaden los recuerdos.

Los abuelos y abuelas, esos que te dan todo a cambio de nada.
Los que comen no muy allá pero a ti siempre te ven delgada y te sobrealimentan y te arropan de más.

Los que ponen el grito en el cielo si te ven andar descalza.
Los cortos en los castigos, e inmensos con los mimos.

Cada vez que veo a una niña pequeña de la mano se su abuelo todo esto me pasa por la cabeza como uno de esos trenes en los que nos montábamos juntos, con vagones y vagones de recuerdos dulces como la crema con la que me rellenabas las bambas.

Ya un día, trabajando, volví a contemplar esta escena. A una niña le pareció muy bonito lo que le había dado su abuelo y miraba el regalo. Él la admiraba a ella porque era lo más bonito que un hijo o hija le podía haber regalado.
Me paré a hablar con ellos. Y me acerqué a la niña.

—Qué bien estás con el abuelo. Aprovecha siempre que estés con él porque son personas especiales.
La niña asintió. El abuelo sonrió.

Y yo me tuve que dar la vuelta porque volvía ese tren.

Creo que he dejado pasar mil trenes.
Pero no ese.
Creo que los dibujos que les hice, las flores que les llevé, las canciones que les canté los achuchones que les di o las trastadas que les hice, las aprovecharon.

Y yo me quedé con el buen recuerdo, la morriña, lo que aprendí y una de las mejores partes de mi infancia.
Ahora algunos no están físicamente. Y siempre preferí darles las flores en mano acompañadas de una sonrisa.
Y aquí estoy "requetecenada" y tapada hasta las orejas.

Siempre estaré agradecida de poder haberles tenido. Y claro también siempre se puede resbalar una lagrimilla de melancolía al recordarles. Lo especial y bonito de ella es que nunca llega a la barbilla. Siempre va a morir al surco de mi sonrisa.

lunes, 16 de enero de 2017

LA CRUZ DEL SOLDADO DE LA GUERRA CIVIL

Entre el frío y la niebla la descubrió un día que andaba por allí de casualidad. 
Entre pinos y pedruscos de granito vió la cruz. 
Estaba escondida, como olvidada. Como si fuese sólo para el que perdió la vida allí.
1937 guerra civil española.
Cuentan que salió de alguna trinchera en busca de agua y que un disparo del otro bando le quitó la sed ya para siempre. Aunque hay quien dice que esa bala venía de la trinchera de dónde salió.
La inscripción está ya ilegible y pasando las yemas de los dedos es como mejor se puede interpretar. 
Y en nuestra zona, paso inevitable, joyita de la sierra, aquí se han vivido muchas historias. Todo tiene al menos dos versiones. Casi todo es subjetivo.
Miramos esas trincheras, esa cruz y se nos vienen falsos recuerdos de una guerra que no hemos vivido. 
Con la niebla, la nieve y el viento que aquí parece pararse, sólo quiero imaginar e intentar ponerme en el lugar de cualquiera que haya pasado noches aquí con su fusil compartiendo terreno con el frío y la incertidumbre. 
Ahora la buscarán más. Yo he tardado 2 años desde que sé de su existencia. Ahora es un juego, un hobbie, 81 años atrás no lo creo. 
"Con niebla nos hemos conocido. Como cuando te conoció quien me habló de tí."

Y con esta niebla tan densa... difícil será recordar el camino. Aunque a lo mejor es mejor para todos, porque tendemos a entender sólo lo tangible.

domingo, 20 de noviembre de 2016

LA MAGIA DEL HORNO, MI PADRE FUE EL MAGO

El lugar donde me he criado, allí donde se envuelven esas tartas de manzana, esos pasteles de crema...
La Pastelería Yagüe.

Mi casa, mi casa que es la de mis hermanos, la de mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo, etc) Nuestra casa no sólo es el piso donde dormimos.
 Nuestra casa es la tienda, es el obrador.
Todos nos hemos empachado pasándonos de comer dulces, todos nos hemos pringado hemos corrido, gritado y quemado con el horno.

Imagino a cada uno de mis antepasados advirtiendo a su hijo o hija de que tuviera cuidado con el horno. A nosotros nos ha pasado desde pequeños y ha sido así en diferentes épocas:

¡Cuidado que te quemas, trasto!

Pero un día metí la mano y no me quemé.

Entre estas paredes hemos vivido momentos agotadores y momentos preciosos como el que os voy a contar en estas líneas.

Era época de roscones donde en nuestra casa formamos una cadena perfectamente planificada entre todos.

Mi padre hace la forma y esconde las sorpresas en el interior. Mi hermano prepara la masa, el resto los decoramos con guindas azúcar y frutas y mi madre los mete al horno.

Era pequeña cuando todo sucedió, tendría 5 o 6 años, como nunca he sido una niña muy parada andaba investigando. Así, descubrí bajo la entrada caliente del horno algo que me había pasado inadvertido, abrí esa especie de armario metálico que forma parte del mismo horno pero no daba calor.

-¿Papá qué es este armario?
- Ahí es donde se meten los roscones, y así crecen.

A mí esto me pareció algo alucinante así que se me vino una idea.

En un momento que nadie me veía, cogí 100 pesetas que mi abuelo Valentín, o quien fuera me dió, y metí la moneda dentro.
Si los roscones aumentaban de tamaño... esta cantidad de dinero también tenía que incrementar su valor.

Aquella noche estuve dando vueltas, deseando bajar al obrador para desayunar mi suizo y ver qué había ocurrido en "la incubadora del horno".

Bajé.
Les di los buenos días y fui directa al sitio mágico.
Abrí y lo que vi me dejó fascinada.

¡¡¡Había 500 pelas!!! ¡¡¡Y yo metí 100!!!

Se lo conté a mi padre y el sonreía.
Me imagino que me vería tan feliz,tan inocente, tan sorprendida...

Ahora me imagino su vivencia.
Parece que le veo meterse ese madrugón horrible que lleva metiéndose año tras año, día tras día.
Me le imagino abriendo esa puerta. Quizá mi moneda cayó y sonó. Y él se extrañaría.

Me imagino su cara al ver la moneda. Imagino que se reiría y estoy segura de que se conmovió.
Así visualizándome a mí, metiendo la moneda, echaría su mano al bolsillo para meter la suya.

Es uno de los mejores recuerdos de mi vida.
Y todas las Navidades mientras nos juntamos todos en esa cadena él lo cuenta.
Yo le digo que se repite...
Ojalá se repitiera.
No creo que sea casualidad, que en la inmensa mayoría de mis mejores recuerdos, el siempre tenga algo que ver.
No creo que la Navidad sea magia,
pero hay personas que son capaces de crearla.

Esta entrada va por él no es porque sea mi padre es porque siempre ha luchado por nosotros, era un mago sin capa y para mí no hay hombre en la tierra que se le pueda parecer.

Que sean eternos los años juntos en esa mesa ayudando.
Aunque suela llegar tarde.
Aunque cueste el madrugón.

lunes, 7 de noviembre de 2016

NOS ENCANTA JUGARNOS EL TIPO, NOS ATERRORIZA PONER EN RIESGO EL CORAZÓN.

No voy a recriminar algo, que yo misma hago.
Pero lo llevo pensando desde hace un tiempo, y lo tenía que decir.

Somos sentimentalmente cobardes.
Pero cobardes de cojones.
No me importa irme sola por el monte, ni siquiera si es de noche. No me asusta la casa del terror ni acelerar con el coche si llego tarde, ni montar en avión, ni subirme donde sea.

Pero claro no es lo mismo romperse algo, que el corazón.
Qué repipi me parece todo. Las escenas de películas, los escaparates de San Valentín...

Es como si todas esas cosas me produciesen rechazo.

Nunca fui una novia muy "romántica" pero cariñosa soy con todos a los que quiero. Y para mi la mayor  expresión de amor, no son bombones ni llamarse bobaditas.(que bienvenidos sean los bombones...)
Para mi expresarlo es confianza, apoyo, respeto, cariño, sinceridad.

Siento mucho no ser la niña accesible que da todo por alguien. (Mentira, no lo siento)
Creo que cada persona, tiene un camino. Y que si coinciden con la otra en el destino, genial. Pero nunca se debe cambiar o que cambien por ti.
Y sí, soy una cagada en el sentido de jugármela. Y tapé con la bandera de mi libertad mis sentimientos.

Porque era más fácil envolverme en ella que poder salir perjudicada.
Siento no habérmela jugado.
Imagino que si no fuésemos unos cínicos la mayoría en este tema, no existirían más intentos, que éxitos o fracasos.

¿Entiendes la sociedad en la que vivimos?
No sé que hubiese pasado en todas esas ocasiones. Tampoco ví una implicación apabullante.

Al menos, salí ilesa.
Seguiré jugándome el tipo.

Lo otro, puede que deje de darme miedo un día.