jueves, 26 de abril de 2018

RABIA

Rabia.

Es lo que tenemos ahora todas.
No sabemos cómo es su cara ni tampoco su nombre. Sólo sabemos que se nos ha vuelto a humillar de cara a una sociedad que muchas veces nos tiene como adornos bonitos, como destinadas a ciertas condiciones, leyes morales, y como vía de mantener la especie siendo madres.

Se acabó.

Se acabaron las medias tintas. Estamos hartas. Ya no hay miedo. Ya no hay manera de pararnos. No vamos a dejar que la lucha de las que ni siquiera hoy están vivas caiga en balde.

No vamos a insultar ni a permitir que se insulte a nuestro género más, ni con palabras, actos ni imposiciones.

Todas sabemos lo que es el acoso.
Sabemos lo que es la intimidación.
Sabemos lo que es ser prejuzgadas por nuestra ropa, pelo, etc...
Ahora muchos y muchas nos damos cuenta.

Estamos manchad@s de una educación patriarcal, y haciendo autocrítica empezamos incluso a sorprendernos con pensamientos y expresiones a las que nunca le habíamos dado importancia.

Ahí están.
Siempre han estado.
Sólo nos faltaba despertar.
Ahora, la realidad no es bonita, pero es real y lo valiente es no dejarnos poseer como trofeos, no dejarnos proteger constantemente como si careciéramos de instinto de supervivencia, no dejarnos hacer creer que un hombre tiene que llevar la voz cantante y ser el responsable de todo.
La voz de la mujer no tiene que ser un acompañamiento, la canción debe ser un dueto.
Gracias a ellos también. A quiénes comparten siempre cosas en redes y sobretodo con sus actos dan ejemplo para hacer ver que el feminismo no es cosa de nosotras únicamente.

Gracias compañeros. Porque ya no se trata de hombres, o mujeres. Se trata de que seamos seres humanos.

Se ha abierto la brecha, y esto no va a dejar de sangrar. Lo vamos a  todo perdido de dignidad, y lo mismo no encontráis la fregona.

sábado, 7 de abril de 2018

LA SERENDIPIA Y EL HACHA

Quizá se le cayó de la mula, o el astil se partió en un último golpe y decidieron abandonarlo en el mismo lugar donde tanto servicio había dado.
Nunca lo sabremos, sólo que bajo esa tierra mojada que lo cubría había grabada una letra, pero tampoco su significado.
Casualidad o no, la semana anterior a la Fiesta de los Gabarreros de 2017 decidió ser encontrada. Subimos al monte, en busca de una ruta que quedase registrada con un desnivel y kilómetros determinados para un trabajo de clase de la persona que me acompañaba.
La ruta decidimos hacerla circular, pasando por diferentes puntos y llegado a un tiempo de recorrido dar la vuelta para que nos saliera aproximadamente la duración que queríamos.
En un momento dado, como me ha pasado en más de una ocasión estando por esos senderos, me acabé pasando de caminar.  Cuando eché la vista al frente, vi lo que parecía un pueblito y molinos de viento.
Nos echamos a reír. Estaba claro que habíamos alargado lo suficiente, asi que volvimos de una manera paralela sobre nuestros pasos para que la ruta apareciese reflejada como una circular.
Ese día la orientación y el terreno jugaron un poco en nuestra contra. La verdad es que mi padre me había advertido más de una vez sobre esa zona. Pero yo, ya había ido otras veces sola e incluso con niebla.  No me había desubicado hasta ese día.
No sabría decir el punto exacto.
En un momento dado, tras saltar un arroyo parando para beber mientras hablaba con mi compañero de aventura, pisé algo duro que me llamó la atención porque alrededor, todo el terreno estaba excesivamente blando por la humedad y las lluvias de días anteriores.
Levanté el pie y vi algo oxidado.
Al apartar el barro y la hierba que lo cubría con el pie me quedé alucinada.
¡Era la boca de un hacha!
Estuvimos comentando lo pesada que era y decidí llevármela. No sé muy bien por qué en realidad,  pero no la pude dejar allí.
Bajamos y se nos hizo de noche. Mi compañero llevaba frontal, yo me lo dejé en casa y ya de noche  con precaución de no caernos por esos arrastraderos, volvimos al pueblo donde nos tomamos una caña riéndonos de la situación.
Cuando llegué a casa mi padre estaba cenando en la cocina y mi hermano pasó por ahí.
Abrí la mochila y les dije:
-¡Vais a flipar con lo que me he encontrado!
Mi padre le echó un ojo, le llamó la atención.
Para mi, lo ocurrido ese día fue algo como preparado, como especial.
Me sentí como si hubiera encontrado un tesoro.
Entonces fue cuando descubrí la inicial.
 Le dije a mi padre:
-¿Te imaginas papá que me pongo a hurgar y a preguntar y devuelvo este hacha a su antiguo dueño?
Mi padre sonreía. Vale era una fantasía, pero sería bonito poder hacerlo.
A la mañana siguiente escribí a los expertos. Estaba súper emocionada con el tema que ya había despertado mi curiosidad tanto como mi imaginación.
 Contacté con Jorge y Mene y les mandé fotos del hacha.
Los dos coincidieron en que era un hacha típica de la gabarrería, y se sorprendieron con la historia de cómo había llegado a mis manos.
Mene se ofreció a pulirle el filo dejándola como nueva, pero yo no la iba a usar, concretamos que era mejor dejarla así con la curiosa historieta de su aparición adherida a su óxido naranja.
Jorge me dijo:
Quédatela como un recuerdo, y si me la dejas, yo te la monto un astil.
 Y así hicimos, el mismo Domingo de gabarreros subí al Pinarillo y metida en una bolsa de plástico se la entregué a Jorge para que obrara maravillas.
A la semana me llegó la foto. Era una pasada.
Ese objeto volvía a ser un hacha. Clavada en un  tocón y recta, como si después de los "cuidados" de Jorge, se hubiera recordado empuñada con tanta fuerza y tino.
Por unas cosas u otras fue difícil quedar con él en para agradecérselo en persona y recoger "mi tesoro" hasta este mismo año, el Sábado de Gabarreros que corriendo me la acercó a casa.
Cuando la cogí otra vez volví a notar su peso.También noté lo especial que es para mí.
Obviamente no por su valor material que es nulo y quizá por eso quedó ahí arriba entre los pinos.
Lo que está claro es que me sentí muy especial encontrándola. No puedo negar, la pasión que tengo por el monte, me gusta perderme entre esos helechos, pinos, y rocas de granito como aislada de todo, tan cerca de mi misma. Con la sensación de agudizar cada sentido.
La verdad no me considero una persona muy tradicional.
Pero siento cierto apego por aquellos que desempeñan o desempeñaron su oficio en ese entorno que a mí me hace tan feliz.
Me pasa con los bomberos forestales y me pasa con los gabarreros.
No falto un año.
Puedo decir que me fascina cuando veo cortando mano a mano, a padre e hijo o hermano con hermano.
Me parece loable que no se pierda la memoria de un trabajo tan duro, tan bonito.
A veces tanto coche, bus, metro, prisas, centros comerciales...
De repente, aparece un hacha por ejemplo, para recordarnos de dónde venimos y quizá para que recapacitemos a dónde vamos.
Siempre me quedará la curiosidad de cómo acabó ahí, si la madera se pudrió y quedó solo la boca.
Siempre me animará  volver al lugar e intentar visualizar en mi cabeza, cómo pudo esperarme todos esos años escondida.
¡Gracias gabarreros!
A los de antes, a los de ahora, a los de siempre.

sábado, 3 de marzo de 2018

Por todo esto y mucho más.

—Ñññññhhhh
—Ya voy nena, estoy poniendo la alarma.
—Ñhhhhhhhñññññññññhhh
—¡Tendrás morro!
—Que me abracesssss.

Y así acaba cada día. Da igual lo apretujada que haya ido en el metro, el atasco que tú te hayas comido, la gente que nos haya decepcionado hoy, los problemas, así acaba nuestro día.

Esto fue el premio al valor. El valor que nos dimos a nosotros mismos y al otro.
El valor que hoy por hoy hay que tener para amar de corazón y ser amado.

Suena repipi para quien no ama.

El que ame sonreirá.

Lo sé porque a mi antes me sonaba repipi.

Cuando alguna vez te has pensado que te iba a besar y acabo agarrándote la carita para rascarme con tu barba.

Tu te ries y me miras. Y me vuelves a decir lo del morro.

Cuando yo creo que tu me vas a abrazar y vas a coger algo cerca de mi. Me rio.

Todos los días el que sale antes da el beso al que se queda más en la cama.

Cuando uno hace un ruido y la risa de uno contagia al otro en una retroalimentación de carcajadas que acaban por hacer que nos duela la tripa.

Cuando te veo con mi familia.
Con mis padres, mis hermanos, mi abuela o mis sobrinas.

Cuando nos pedimos consejo.

Hasta cuando nos hemos enfadado.

¿Por qué tu?
Porque cuando pasan todas estas cosas y muchas otras nuestras me doy cuenta de que quiero estar contigo siempre.

Podrá o no podrá ser.
Pero desde ese día aunque no estemos físicamente juntos te siento a mi lado en todo momento.

Y seguiré cuidándote. Y siendo pesada para que te abrigues o no te comas cualquier cosa de la nevera. (Ya sabes que no te puedes morir, que te tengo dicho que sin ti no quiero estar) Pero por mucho que tu digas que no me preocupe, que eres inmortal, buena gana de ponerte malo.
Que un poco patógeno has demostrado ser ya...

Seguiremos cantando a Queen en el coche, y te seguiré poniendo jaluta en el spotify...

Te quiero con todo lo vivido y lo que nos queda por vivir.

Por todo eso y mucho más te elegí y te elijo a ti.