domingo, 26 de abril de 2015

FINAL DEL PARTIDO

Ya debería ser tarde. Me he estado engañando para creerme que no lo era. Pero ya debería. Sabes que creces no por las velas que soplas el día de tu cumpleaños, ni los tirones de orejas que te dan, sino porque sabes qué debes hacer y lo haces.

Pues bien, yo sé qué debo hacer pero no he crecido lo suficiente para hacerlo. Dejaré que el tiempo sentencie. Y te recomiendo cautela, porque los trozos que quedan de esto son tan pequeños que podría llevar mucho tiempo recomponerlos. Y a la vez el filo de las piezas rotas recientemente, es mucho más afilado. En realidad, sé que jamás te importé ni la mitad de lo que me importaste tu. Y ahora te diré por qué.
Porque cuando alguien te importa, quieres saber qué es de él, cómo está...
Porque cuando alguien te importa, nunca le cambias por nada. Recuerda no es algo, es alguien. A las personas no se las puede reemplazar.
Porque cuando alguien te importa, y si piensas que la has podido hacer daño de alguna manera, es casi instintivo acudir a ella e intentar aliviarle.
Porque si quieres a alguien harías lo que fuese para evitar que una sola lágrima resbalase por su mejilla.
Porque hay días que te necesitaba o que quería compartir contigo y me faltaste.
Es injusto, creo yo, que le hagas entender a alguien, y más que entender, sentir que eres parte de él o ella y luego, desaparezcas.
Aún no me hago a la idea.
Cuando perdemos a alguien todos, es duro. Pero cuando sólo le pierdes tú, es desolador. Está en el mundo pero no en el tuyo. Y en realidad lo peor es que no sabes por qué decidió abandonarlo, y abandonarte.
Ahora pienso si no valieron los abrazos, las cosas que superamos juntos, las risas, las borracheras, las anécdotas, nuestros secretos, todo.
Es que me parece un mal sueño y no una realidad.
Y sabes qué pasó en todo este tiempo?
Que yo te estaba esperando. Inútilmente por lo visto.
Que pensaba: Hoy no vino... Pero mañana me llamará seguro!
Eso nunca ha pasado durante esta espera.
Por eso ya no hay prórrogas. Por eso ya decidí que llegase el final del partido. Y hacer, que el pitido final, fuese esto.
He sido yo. Ya me cansé de esperar que entrases. Lo has estado contemplando todo desde el banquillo.
Y aquí no ha ganado nadie. Creo que se ha perdido.
Y puede que ni lo leas pero yo ya necesitaba soltarlo, parar el tiempo un momento. Y ahora, que sea él quien vuelva a ponerse en funcionamiento, y cada cosa, en su lugar.